Comprar una vivienda es una de las decisiones financieras más importantes a las que nos podemos enfrentar a lo largo de nuestra vida. Una de los primeros interrogantes que deberemos responder es si nos conviene optar por una propiedad de obra nueva o una de segunda mano. En un principio, podría parecer más interesante la segunda opción, pues su precio suele ser mucho más asequible, pero los muchos beneficios económicos de la obra nueva pueden suponer todo un ahorro a largo plazo. Menos gastos de mantenimiento, ahorro energético, mayores subvenciones, facilidades de pago y una alta revalorización, hacen que la inversión inicial se compense sobradamente con el tiempo. Por todo ello, para quienes buscan seguridad financiera, una vivienda de obra nueva es una apuesta sólida para el futuro.
Facilidades de pago
Si optas por una vivienda de obra nueva podrás acceder a una financiación mucho más accesible y a ayudas públicas. Muchas entidades bancarias tienen acuerdos con las promotoras para ofrecer hipotecas con mejores tipos de interés o menores exigencias iniciales de entrada.
Es importante tener en cuenta que la compra de una vivienda de segunda mano exige el pago anticipado del 10% del impuesto sobre las transmisiones patrimoniales (ITP), además de un 20% del valor total, que no financia el banco y un 3 o 4% adicional para otros gastos. En cambio, adquirir una propiedad en construcción supone el desembolso del 10% del impuesto al valor agregado (IVA) y un 1,5% por el impuesto sobre actos jurídicos documentados (IAJD). Esto permite más tiempo para reunir la financiación requerida y facilita el acceso a las hipotecas con condiciones más ventajosas y plazos extendidos.
Por otra parte, es habitual que las administraciones públicas ofrezcan ayudas o subvenciones para la compra de viviendas de obra nueva, especialmente si se cumplen criterios de sostenibilidad o si el comprador es menor de 35 años, es su primera vivienda o cumple ciertos requisitos socioeconómicos. Todas estas ayudas pueden suponer un ahorro inicial considerable.
Menores costes de mantenimiento y reparación
Una de las grandes ventajas de las viviendas de obra nueva es que todo, desde la estructura hasta las instalaciones eléctricas y la fontanería, es completamente nuevo. Esto se traduce en que durante los primeros años, te podrás olvidar de las típicas reparaciones que siempre surgen en las viviendas antiguas: desde calderas defectuosas, a tuberías que gotean, problemas de aislamiento, etc. Estos costes imprevistos son un gasto nada desdeñable.
Además, las viviendas de obra nueva incluyen garantías del promotor o constructor que cubren los daños estructurales y de instalaciones por un período determinado, lo cual no solo nos da tranquilidad sino que protege nuestra inversión.
Según la Ley de Ordenación de la Edificación (LOE), los plazos de garantía varían según el tipo de fallo detectado en la vivienda:
- Un año para problemas relacionados con los acabados.
- Tres años para fallos en elementos constructivos o instalaciones que comprometan la habitabilidad.
- Diez años para anomalías estructurales como vigas, pilares, forjados, cimentaciones o muros de contención.
Lista para vivir
Si adquieres una vivienda de segunda mano, es muy probable que antes de entrar a vivir tengas que hacer más de una reforma, cuyo coste se añadirá al de la compra. Por el contrario, las viviendas de obra nueva se entregan listas para entrar a vivir. La memoria de calidades, así como las características propias del inmueble están claras desde el inicio, por lo que, una vez tomada la decisión, podemos tener la certeza de que cuando tengamos las llaves, nuestra casa estará lista para convertirse de inmediato en nuestro hogar.
Eficiencia energética y ahorro en el consumo
Otra ventaja clave de las viviendas de nueva construcción es que están diseñadas para cumplir con la normativa actual en materia de eficiencia energética. No se trata de una opción, es una exigencia legal. Esto incluye sistemas de aislamiento térmico y acústico avanzados, ventanas de doble o triple acristalamiento, electrodomésticos de bajo consumo y en muchos casos, instalaciones de energía renovables, como placas solares o aerotermia.
Todo ello se traduce en facturas de agua, electricidad o gas considerablemente más bajas que las de las viviendas antiguas. Y en un contexto en el que los precios de la energía son cada vez más elevados, este ahorro en consumo energético puede ser significativo.
Revalorización
Una vivienda de obra nueva suele construirse en zonas en expansión o en desarrollo urbano, lo que significa que la propiedad tienen un alto potencial de revalorización. A medida que se desarrollan infraestructuras, servicios públicos, centros comerciales o zonas verdes en el entorno, el precio de la vivienda tiende a aumentar. Por tanto, tu compra será una inversión estratégica, tanto para vivir como para alquilar o vender en el futuro.
Mayor facilidad para el alquiler
Tanto si el objetivo inicial de la compra sea alquilar el inmueble como si en un futuro quisieras alquilar tu casa, las viviendas de obra nueva tienen una gran ventaja competitiva. Los futuros inquilinos valoran mucho vivir en espacios modernos, eficientes, bien ubicados y con servicios añadidos como garaje, trastero o zonas comunes (gimnasio, piscina o jardín). Esto te permitirá fijar rentas más altas y atraer a un perfil de arrendatario más estable y solvente.